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No todos los cambios son para bien

El día sábado me encontraba hablando con mi madre y me mostró un cambio del cual yo no había notado y se remonta a épocas de la universidad. Básicamente lo que me dijo es que yo no estaba tan rodeado de gente como lo estaba otrora. Al escuchar estas palabras de mi mamá, me puse a pensar y me dí cuenta que era totalmente cierto.

Eso de estar rodeado de personas se debía a que soy una personas que rápidamente se cansa de otros, por consiguiente yo saltaba de un núcleo social a otro, pero nunca quedaba en malos términos con aquellos grupos que dejaba atrás. Más aún, no era que los abandonara, simplemente ya no pasaba todo mi tiempo libre entre ellos pero aún seguía compartiendo con ellos de cuando en cuando. Esto sumado a una habilidad natural (eso creo yo) de forjar lazos fuertes con otras personas, permitió que tuviera muchos amigos durante mis épocas de estudiantes.

En este momento no siento que los haya perdido, se que aún puedo contar con muchos de ellos en muchas circunstancias, pero, evidentemente ha habido cambios durante el último año dada esa incapacidad de poder compartir tiempo con otras personas que no sean los compañeros de oficina con quienes, salvo uno o dos, no me interesa forjar una amistad. Tal vez sea el conocimiento que este contrato se acabará en un futuro no muy lejano.

Esa imposibilidad de compartir con ellos se evidencia de diferentes maneras. En primer lugar, cuando se sale de la oficina es casi imposible pensar en otra actividad que no sea la de dirigirse a casa para descansar. Y aún cuando uno posea la intención de reunirse con ellos una vez más, se debe contar con la disposición de estos amigos de antaño a encontrarse con otros, ya que, al ellos mismos estar involucrados en la maquinaria de la avaricia corporativa, cuando terminan sus jornadas no piensan en otra actividad que no sea la de dirigirse a sus hogares. Sumado a esto, he sido consiente de una frontera que se traza de manera inconsiente, entre quienes todavía estamos solteros y aquellos que forman familias. Y a mi que no me salgan con cuentos que eso no es más que una percepción de uno. Definitivamente ellos ya cuentan con otras prioridades, incluso cuando muchos están dispuestos a encuentros con los amigos, tienen que desidirce entre pagar un arriendo o tomarse unas cervezas, y es obvio que es más importante.

Total, el nucleo social empieza a cerrarse una vez uno abandona aquellos espacios que permiten una mayor interacción entre las personas. En este momento, he decido hacer lo posible por mantener esas amistades y no crean que es solo la melancolía la que me motiva sino un sentimiento un poco más pragmático. Uno nunca sabe quien pueda tenderle la mano en momentos de necesidad.

3 comments:

  1. No sabes cuantas veces he pensado con nostalgia en aquellas personas que en algún momento significaron tanto y hoy son simples conocidos. A veces uno intenta recuperar los momentos pero las cosas simplemente no fluyen, en la amistad como en el amor, no hay nada que funcione a la fuerza.

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  2. la amistad puede ser dificil en algunos casos, pero a la final se mantiene, a pesar de que las prioridades puedan ser modificadas, ese sentimiento no es unas cervezas ni una salida, ese sentimiento es mas profundo a si vivan agarrados de los pelos, digamelo a mi, ud es inaguantable

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  3. Tocaste un punto que hablé en días pasados con una amiga... cuando el porcentaje de casados empieza a ser mucho mayor que el de solteros, ya la cosa no es igual. Primero, por lo que apuntabas, que es lo difícil que se hace reunirse con ellos, y segundo, es el hecho de que ya los temas son distintos.

    No sé si te ha pasado, pero yo he notado que las reuniones ya no son las mismas, porque ellos tienen otro tipo de preocupaciones y lo ven a uno todavía como alguien sin muchas obligaciones que "no entiende" lo difícil que es llevar un hogar.

    Total, siguen siendo tus amigos pero en circunstancias diferentes.

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