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La práctica hace al maestro

Hace poco me pidieron que escribiera unas palabras. Otrora hubiera sido una tarea muy fácil, tal vez no pudiera escribir tan bien como la señorita olavia kite pero me defenía; pero no esta vez. Simplemente no pude poner nada en mi cabeza. Tras reflexionar como era que lograba que las palabras llegaran a mi, la única conclusión a la que pude llegar fue lo mucho que escribía en el blog.

Pues bien, he decidido revivir este sitio. Creo que será difícil, tal como fue cuando empecé con él, cuando mis posts no tenían más de dos párrafos; pero si quiero mejorar la manera en que escribo y recuperar ese grado de fluidez que alguna vez tuve, esta es la única manera. Por cierto, estoy considerando moverlo a mi propio domino, pero ya hablaremos de eso.

De la burocracia Alemana

Historia No. 1:

Mi novia y yo nos dirigimos a la oficina de registro civil con el fin de obtener la lista de documentos que necesitaremos para podernos casar. Dado que los documentos necesarios para extranjeros varían dependiendo del país de origen de la persona, la oficina de registro requiere que uno presente el pasaporte para verificar la nacionalidad para que le den al usuario la lista de documentos necesarios para el matrimonio civil. Debido a que hacía poco tiempo había perdido mi pasaporte, yo aprendí mi lección y lo mantengo guardado en casa a menos que realmente lo necesite, sin embargo en esta ocasión, debido a que salí un poco sobre el tiempo, olvidé tomar mi pasaporte y me aventuré a la oficina de registro civil sin él.

Tras unos cuantos minutos de conversar con la encargada de darnos la lista de documentos ella dice “Señor Rojas, — en el frio tono de los empleados públicos de este país — me permité su pasaporte” a lo que yo un poco achantado solo atino a responder “Lo siento mucho, pero lo he olvidado en casa.”

“Me da mucha pena, —dice ella sin ningún trazo de compasión en su voz— pero sin su pasaporte no puedo verificar su nacionalidad, y así no puedo darle la lista de documentos que necesita. El problema es que si usted no tiene la nacionalidad que dice ser, yo podría darle una lista incorrecta”

En este momento me encontraba yo un poco extrañado, ¿Por que mentiría yo sobre mi nacionalidad? en todo caso intentaré de nuevo, tengo varios documentos donde aparece mi nacionalidad y el prospecto de volver mañana, y atravesar media ciudad, solo para recoger esa estúpida lista no me llama la atención, así que le digo a la señorita “En ese caso no hay nungún problema, —La ilusión empezaba a brotar de nuevo— yo tengo mi cédula colombiana, y no solo eso, mi carnet de la universidad tiene el país de procedencia. Mi carné del seguro médico también tiene mi ciudadanía.”

Ella, como buen burócrata alemán responde ”Desafortunadamente, nosotros solo estamos autorizados a recibir su pasaporte, así que no puedo hacer nada por usted. Por favor, venga mañana con su pasaporte y entonces, con el mayor de los gustos, le entregaré la lista de documentos que un ciudadano colombiano tiene que traer para contraer nupcias con un aleman en este pais.”

Al final no tuve otra opción que recorrer la ciudad al día siguiente para recibir la lista de documentos necesarios.

Historia No. 2

Unos meses después, y tras muchos episodios similares (cómo uno en el que no querían recibir las apostillas de Colombia, pues la persona que las firma no es el canciller. U otro episodio en que mi pasaporte por poco no es aceptado, pues el número de este es el mismo que el de mi pasaporte perdido) logramso casarnos civilmente. Tras el matrimonio civil tendríamos entonces la ceremonia ecleciastica. Para la segunda ceremonia, los padres de mi esposa decidieron invitar a mis padres desde Colombia. Para que mis padres pudiesen recibir la visa de alemana, ellos necesitaban una invitación forma desde acá. También necesitabamos demostrar unos ingresos con el fin de probar que tenámos suficiente dinero para mantener a mi familia durante su estadía.

Una de las grandes cualidades de mi esposa es la manera en que planea organiza y se ajusta a su plan de tal manera que la ejecución de sus planes es la más eficiente posible. Es por esto que con suficiente tiempo de anterioridad decidió llamar a la oficina de extranjeros con el fin de informarse de los ingresos mínimos necesarios para obetener el permiso para mis padres ó en el caso de que no tuvieramos los ingresos necesarios, que nos dijeran que otras alternativas existían. La respuesta a esta llamada fue que ellos no daban ese tipo de información por teléfono, tampoco se encontraba internet y solo se daba personalmente. Para evitar hacer dos viajes, tratamos de adivinar los documentos que requerirían en esta oficina y tras reunirlos nos dirigmos allí.

Una vez en la oficina de extranjeros la situación se desarrollaría de la siguiente manera:

Jenny y yo entramos a la oficina donde una mujer con cara amargada solo apunta a decir: “Solo atiendo a una persona a la vez, ustedes son dos, así que uno de los dos por favor retírese.” Ante ese recibimiento el enojo de mi esposa se hace rápidamente evidente “Me da mucha pena con usted,—dice mi esposa— pero nosotros somos una pareja casada y venimos a hacer una diligencia juntos, más aún —y en este momento me mira— también vengo a hacer de intérprete de mis esposo.” Tras esa respuesta, a la burócrata no le queda otra alternativa que recibirnos así que nos invita a tomar asiento, no sin antes pedir nuestros documentos, los cuales son diligentemente entregados por nosotros con tan mala suerte que el de mi esposa va arriba. Por cuestiones de leyes, mi esposa no obtuvo mi apellido lo cual es algo no usual en Alemanía, así que no culpo a la oficinista por su reacción “Su apellido empieza por W y yo atiendo hasta la S, por favor dirígase a la otra oficina.” Ante esto, tenemos que explicarle que mi apellido empieza por R y que, por se extranjero mi esposa no obtiene mi apellido. De nuevo, y con el dolor de haber perdido los argumentos en dos ocasiones consecutivas, la oficinista decide recibir nuestros documentos, los cuales habíamos adivinado correctamente.

Lamentablemente no pasaría mucho tiempo antes de que la encargada en la oficina de extranjeros ganara la mano. Nuestros ingresos son muy bajos para puediésemos invitar a mis padres. Tras una pequeña discusión en la cual la oficinista nos acusaba de no averiguar los requerimientos haciendole perder su valioso tiempo, mientras que al mismo tiempo mi esposa le recordaba que esa información no estaba disponible excepto presencialmente y que, ya que nosotros no disponíamos con los ingresos necesarios para hacer la invitación, nos comentara que otras opciones tenía. Tras unos cinco minutos llenos de recriminaciones de parte de la oficinista, decidimos de irnos de ese lugar mientras mi esposa prometía enviar una carta de queja debida a la atención recibida (acción que nunca se llevaría a cabo).

Al final, mi esposa logró llamar a la encargada de la oficina de extranjeros de otro distrito, quien fue mucho más amable con nosotros y quien nos recomendó una solución con la que al final pudimos conseguir la invitación para mis padres.

Historia No. 3

Tras la boda civil, mi situación de inmigrante cambió. Ya no me encotnraba viviendo como un estudiante sino que tengo una residencia semi-permanente. Unas semanas después de obtener mi nueva visa recibo una carta de la oficina de extranjería. En esta carta se decía que había un problema con mi visa y que necesitaba dirigirme a la oficina de extranjería tan pronto como me sea posible.

Tras leer esta carta palidecí, las imagenes que se dibujaban en mi cabeza eran protagonizadas por mi esposado subiendo a un avión escoltado por un grupo de polícias de in migración. En ese momento me dirigí rápidamente para revisar el horario de atención al público. Eran las 13 en mi reloj, un día viernes. El horario de atención de los viernes termina a las 12 y no habrá atención hasta el Martes de la semana siguiente. Durante el fin de semana el sueño se redujo; las imagenes en las que eera extraditado como un criminar se hacían cada vez más reales.

Cuando llegué a la oficina de extranjeros el siguiente martes en la mañana me recibe una atenta señorita quien me dice “No se preocupe, lo que pasa es que en las visas siempre se pone la razón por la que tiene su visa —en la mia decía que solo era válida siempre y cuando estuviera casado con mi actual esposa, y la anterior solo era válida mientras fuera un estudiante de la universidad donde estudio en el programa que hago— pero hubo de una demanda y a pesar de que las condiciones se mantienen, ya no puede aparecer en su visa.” En ese momento no supe que pensar, por un lado había un alivio de que mis pesadillas no se harían realidad, por otro lado me parecía un poco tonto de que me hicieran pasar ese susto para semejante pendejada. Al final, solo puedo decir que los Alemanes son seguidores enfermos de las reglas y no van a hacer nada que no se salga del reglamento.

Breaking the silence

Hace unos meses auto impuse un régimen de silencio en este espacio, régimen que violé en un par de ocasiones con el fin de hablar de libros que estaba leyendo en esos momentos. Lo hice pues mis estudios se veían atascados y quería dedicar todo mi tiempo libre a sacarlos adelante. Escribir requiere tiempo, tiempo para pensar lo que se quiere escribir y posteriormente tiempo para editar. Escribir requiere también disciplina, la disciplina que era mejor guardar para mis estudios. Pero el régimen debe acabar y decidí hacerlo ahora.

La historia del silencio de este espacio no es muy complicada. En mis estudios todos tenemos que desarrollar un proyecto el cual debe durar un semestre, trabajando la mitad del tiempo, pues la otra mitad está dedica a terminar las últimas clases. Este proyecto es requisito para poder empezar a escribir la tesis que también dura un semestre, pero esta requiere trabajar tiempo completo... tiempo completo de estudiante, claro está. Yo empecé este proyecto hace poco más de un año, después de haber terminado todas mis clases, lo cual implica que a el proyecto podía dedicarle tiempo completo, de nuevo, tiempo completo de estudiante. Un año después termino el proyecto con demasiados sinsabores, con la sensación de haber desperdiciado valioso tiempo y dinero, y sin ganas de seguir trabajando en lógica.

El problema, no saber cuando suficiente es suficiente. El problema fue que mi profesor me aterrorizó, ya no quería trabajar con él; si un día él decía que no tenía tiempo para mi, en lugar de buscar otra cita me iba contento a casa por que no tendría que escuchar sus recriminaciones. El problema fue que la única vez que busqué su ayuda me hizo sentir como si fuera un bueno para nada y ya nunca más quise su ayuda.

Ahora viene un nuevo comienzo, atrás queda el razonamiento abductivo, atrás quedan las lógicas de tres valores bajo la semántica de Lukasiewicz, atrás queda la equivalencia entre la lógica con castigos (penalty logic) y encontrar la valuación de menor energía en las redes de Hopfield de alto grado. Pero por sobretodo, acá termina el experimento de Alex como teórico.

Probablemente en el futuro trate de demostrar teoremas de nuevo, pero por ahora me interesan cosas un poco más aplicadas, por eso el nuevo comienzo. Ahora me dedicaré a las búsquedas sobre relaciones semánticas. A buscar resultados relevantes y extraer información de textos. Cosas mucho más aplicadas y que en cierta manera ya se hacer, así que espero poder terminar con esta maestría a tiempo y no terminar como ciertos compañeros que ya llevan cinco años en ella.

Para finalizar, y decir que el nuevo comienzo es completo, en tan solo dos semanas dejaré de ser civilmente soltero. También me mudaré a lo que consideraré como mi primer propio hogar, algo que no se logró viviendo en el anonimato de las residencias estudiantiles y hasta un nuevo computador vendrá en camino.

Ps. Se que esta entrada carece de coherencia y de un pulcro estilo de escritura. Sin embargo lo que había que decir se ha dicho y eso es lo importante.


Andrés Caicedo

Yo odié a Andrés Caicedo y su obra, pues él solo era un hippie zarrapastroso que solo era famoso por que se había suicidado para llamar la atención sobre su obra que era mala por demás, y nosotros debíamos odiar a los hippies zarrapastrosos que no tenían el coraje de vivir, o por lo menos así iba el discurso que me habían enseñado durante mis primeros años de la universidad. La verdad nunca me tomé la molestia de averiguar las razones por las cuales se había quitado la vida y ni siquiera supe si su obra era verdaderamente mala, a pesar que algunos de sus libros reposaban en la biblioteca de mi casa, como testigos que mi hermana tuvo mejor suerte que yo en las clases de literatura de la preparatoria.

De la misma manera que odié a Andrés Caicedo odié a Fito Páez, pues él era otro hippie zarrapastroso que necesitaba ser odiado, aún cuando yo simpatizaba con lo poco que conocía de su obra. A Fito, así como a muchos otros, dejé de odiarlo cuando llegué a Europa. Como acá nadie lo conoce, no me sentiría culpable si lo escuchaba y aceptaba públicamente que me gustaban sus canciones. A Andrés Caicedo dejé de odiarlo gracias a una conferencia dictada por Alberto Fuguet.

Ahora no odio a Andrés Caicedo, pero tampoco lo exalto. Ahora no tengo opinión sobre Caicedo, pues nunca he leído nada de él. Espero que un día no muy lejano pueda tomar alguno de sus libros, con la seguridad de que nadie se va a acercar a juzgarme por leer un libro de un hippie zarrapastroso, y una vez acaba de leer su historia podré decir si lo considero un buen o un mal escritor.

Poesía

Tuve un tío que trabajaba en una casa editorial, el tío todavía lo tengo, pero él ya no se dedica a las letras. Alguna vez tuve que ir a su oficina, pues tenía que recoger uno de esos mamotretos largos y aburridos, de esos que nos hacían leer en la preparatoria. Cómo este libro era publicado por la casa editorial en que él trabajaba, me invitó a que lo recogiera allí.

En mi mente siempre esperé que el encuentro fuera corto, sin embargo como mi tío conocía mi interés por los libros, decidió darme una visita guiada por las oficinas de aquella editorial. La verdad, no hay mucho que ver una vez se está en un lugar de aquellos, ni siquiera hay muchos libros, pues allí no imprimían directamente ni eran las bodegas. Hacía el final de la visita guiada mi tío comentó sobre la sección de poesía de la editorial. Sus comentarios, poco halagadores, concluyeron diciendo que la poesía solo genera pérdidas. Entonces yo, que soy poco dado a los versos y tal vez el único poema que me ha llamado la atención es el golem, pregunté por que mantenían publicando libros de poesía si era tan mal negocio a lo que el replicó que toda casa editorial que aspirara a tener una buena reputación debería tener un repertorio de poesía. La primera pensamiento que vino a mi mente tras escuchar estas palabras fue, que las casas editoriales son como jóvenes adolescentes que juegan a ver quien puede escupir más lejos o quien lo tiene más largo.

Creo que jamás entenderé que es aquello que tiene la poesía que llama a muchos a escribirla y a muy pocos a entenderla. Tal vez por que fui uno de los dejados atrás, uno de aquellos que nunca entenderá la poesía, me conformaré con escribirle invectivas.

Conmemoración a los primeros dos años.

Ea mañana había que levantarse temprano, arreglarse y salir. Tan solo la noche anterior había terminado de poner lo que me llevaría de mi vida en una maleta cargada con 20 kilos de ropa, computadores y memorias, ese si era un ligero equipaje para tan largo viaje. En el aeropuerto, tan solo un puñado de mis mejores amigos y mi familia estarían allí. Recuerdo particularmente como Lucía y Juliana unieron esfuerzos para regalarme ese sombrero, al que mi cabeza solo entra cuando tengo poco pelo, cómo los que se usaban en los años cincuenta que yo siempre había querido usar.

Después de unos cuantos chistes y unas cuantas historias el momento de dejar todo atrás por un nuevo comienzo había llegado. Muchos abrazos y lágrimas, promesas para el futuro y en general, todas los rituales típicos de una despedida. Al final, no pude cumplir mi promesa de no mirar atrás justo antes de entrar a emigración, sin embargo, eso causo menos dolor del que me esperaba. En el camino a la puerta de abordaje me compliqué más de la cuenta cuando la policía decidió registrar mi maleta y al final pude llegar a la puerta de abordaje justo antes que la gente empezara a abordar el avión.

Dos horas después estaba aterrizando en el aeropuerto de Caracas, el cual tendría que atravesar de lado a lado para buscar mi conexión. En la sala de espera conocería una Alemana que terminaba de hacer un año de voluntariado en honduras, había pasado un par de meses en Caracas y en ese momento regresaba a Münster. Previo al abordaje sería interceptado por un rudo miembro de la guardia nacional quien, a pesar de ver en mis documentos que simplemente me encontraba de conexión reiteraba sus preguntas sobre mi inexistente estadía en Caracas. Una vez en el avión, las siguientes 16 horas serían amenizadas por una conversación sobre política, con la alemana que acababa de conocer, acompañada de buena cerveza y al final de vino. Al final ella conciliaría el sueño y yo no.

Tras aterrizar en Frankfurt, Svenja (así se llama la alemana) me ayudó a salir del puente internacional y a lidiar con las autoridades inmigratorias alemanas. Después, nuevamente habrían promesas de mantenerse en contacto, de llamarnos, etc. No es necesario aclarar que estas promesas nunca se cumplieron.

Tras despedirme de mi compañera de viaje vino el primer gran contratiempo. La persona que se supone me recogería en el aeropuerto no estaba en ningún lugar ni contestaba el teléfono. Tras varios intentos, y después de preguntarse si ya estaba en Alemania (duh!) me dijo que otra amiga de ella llegaría el mismo día al mismo aeropuerto, así que yo tendría que esperarla un par de horas. Al final, el vuelo de la amiga se retrasaría unas cinco horas debido a un aterrizaje de emergencia en Lisboa y yo tendría que esperar totalmente cansado y insomne un total de 6 horas en el aeropuerto. Cómo dato curioso, tras esperar largo tiempo decidimos irnos sin la persona que venía en el avión retrasado.

Tras recorrer las tres horas que separan a Frankfurt de Karlsruhe, mi recibimiento sería un un plato de kassler con sauerkraut acompañado de una deliciosa cerveza Tanen Zäpfler. Mis anfitriones se habían esforzado en darme un recibimiento muy germano. Los siguientes tres días serían de fiesta y diversión, paseos en bicicleta, helado gratis, más Tanen Zäpfler, pero principalmente de dormir muy poco ya que mi horario estaba totalmente deshecho para entonces.

El cuarto día tendría que empezar a defenderme solo. Debería tomar el tren rumbo a Frankfurt y posteriormente a dresden. Desafortunadamente perdí mi conexión en Frankfurt generando un retraso de una hora que acarrearía muchos problemas a mi llegada a Dresden. Al final, el segundo tren sería mucho más cómodo que el primero. Hizo un día soleado, con esa hermosa luz que el sol produce durante los días de octubre. Una hermosa vista de los paisajes Alemanes estaba garantizada. Además, estaba muy emocionado por mi primer viaje en un tren, pero al final el cansancio probaría ser más fuerte y tuve que dormir más de la mitad del viaje.

A mi arribo a dresden tendría que moverme rápido si quería recibir mi cuarto a tiempo. Tristemente la hora de retraso evitó que pudiera reclamar mi habitación forzándome a pasar un par de noches en un hostal. Armado con una dirección y un mapa que no ayudaba mucho tuve que buscar el dichoso hostal cargando mis maletas por la calle, vistiendo mi chaqueta de invierno en una tarde, si bien no caliente, una que no necesitaba de chaqueta de invierno, por que no pude ponerla en ningún otro lado. Una vez encontré el hostal, me dirigí a poner mi maleta en el cuarto, bajar, escribir un email en el internet más caro que he usado en mi vida para luego tomarme tranquilamente una cerveza y después dormir para olvidar lo horrible que fueron las primeras tres horas en Dresden.

Esto es lo que recuerdo de los primeros cinco días en Alemania. Trate de hacer un recuerdo para conmemorar los dos años que ya llevo acá. Muchas cosas han cambiado desde entonces, pero eso es una historia para otra entrada.

Al final un nuevo comienzo

La anterior entra terminó justo antes que yo hablara con el profesor que actúa como mi director de proyecto. El día de hoy voy a terminarles el cuento. Después de leer el correo al que me refería allí, decidí que lo mejor era hablar con él y hacerle conocer mi insatisfacción con el trabajo que se venía realizando. No hubo necesidad de ello pues el se adelantó a decir que él sabía que yo no estaba feliz. Acto seguido, él mencionó que tampoco estaba feliz. Conclusión, había que hacer un "reset" del trabajo, empezar de nuevo pero bajo otras condiciones.

Las nuevas condiciones son muy buenas, ahora tengo que trabajar en el laboratorio que el dirige todo el tiempo. Lo cual no me molesta en absoluto, lo único malo es que ya no cuento con tiempo para procrastinar.

Por otro lado, cambié de trabajo, la paga es mucho mejor aunque las cosas son mucho más limitadas. Tanto así que lo único interesante para hacer es trabajar, jejeje. Vamos a ver como van las cosas, yo espero interesarme pronto por lo que estoy haciendo.

Finalmente, solo me queda por aceptar que esta entrada es un poco mediocre, simplemente no sabía que escribir así que tuve que forzarme a mi mismo. Espero tener más que decir en la próxima.