Infinite scrolling

Here and back again

Existen ocasiones en que nos cansamos de ver nuestra casa todos y cada uno de los días igual. Es entonces cuando decidimos hacer renovaciones. Estas renovaciones pueden ser tan simples como cambiar los muebles de lugar, pero incluyen, sin ser una lista exclusiva, pintar, cambiar los muebles, cambiar la casa.

Creo que el cambio es parte de la naturaleza humana. Nos aburrimos de aquello que se mantiene constante durante un largo periodo de tiempo. Así, nosotros cambiamos y al mismo tiempo cambiamos todo al rededor. Tanto es así que rush uso alguna vez el verso "Nothing is permanent, but change is."

Toda esta introducción se debe a los cambios que recientemente estrené en esta blog. Puedo citar la falta de un cambio como una de las razones que han mantenido esta blog moribundo durante tanto tiempo, aunque no es al única. La muerte de muchos de los blogs que este autor solía leer. La muerte de TOL fue otra gran estocada, ya que dejó a muchos de sus seguidores sin una lista en la cual cientos de autores querían mantener su título de ser el último en actualizar. TOL no solo se llevó la lista sino la comunidad que ni blogs Colombia ni blog galaxia han podido recrear.

Pues bien, con una nueva imagen espero ayudar a revivir este blog. El cambio no solamente va dirigido a los lectores, el cambio es por mi, para disfrutar pasar por este lugar frecuentemente y no olvidar la actualización. Así, si las cosas son como las planeo, habrá más palabras mías por estos lados. Así que,

Hasta pronto

Los Colores del otoño

Salgo de mi del edificio donde vivo para ser recibido por una fuerte corriente de aire frío, la cual hace que los 31 un grados de hace un par de días sean tan solo un vago recuerdo del pasado. Mientras medito en el frío de hoy y el calor de ayer me acerco al puente, el puente desde el cual no puedo evitar, como nunca he podido hacerlo antes, el mirar a la estación de tren.

Esta estación se ha convertido en un espacio mágico, un edificio que me hipnotiza cada vez que me encuentro en algún punto que me permite verle en toda su majestuosidad, y me hace soñar con los miles de destinos que podría alcanzar en cada uno de sus serpenteantes visitantes eléctricos y a vapor. Hoy la estación se viste con el reflejo naranja en sus cientos de ventanas, reflejo provocado por el moribundo sol que se oculta tras mi espalda. Sobre la estación se dibuja una gran luna blanca enmarcada en un cielo azul que por momentos da la ilusión de ser más purpura que azul. Un cielo sin nubes ni estrellas que da la impresión de nos ser más que un cuadro cuyo autor olvidó terminar.

Pronto me doy cuenta que abandono el campo visual de la estación de tren y dirijo mi ateción hacia mi camino, el sur. De repente me encuentro frente a una imagen donde un verde, todavía dominante en la escena, lucha infructuosamente frente al amarillo, naranja y rojo que pronto dominaran el escenario. Mientras medito en aquellas imágenes que ahora colman mi memoria concluyo que, como me advirtieron varias veces con anterioridad, el otoño es la estación de la poesía.