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Sobre el post anterior

Muy pocas veces he tenido yo que editar o explicar mis palabras en este espacio. Sin embargo, creo que muchas de las personas que leen este blog han terminado con la idea que el racismo en Alemania se encuentra por todo lado, que en cualquier momento serán discriminados y odiados.

Una de las razones por las que escogí historias (verídicas además) que no ocurrieron en Alemania, es el no querer estigmatizar este país que me ha acogido tan bien. Lo que quería mostrar es que la discriminación se encuentra en cualquier lado. También quería mostrar que es muy distinta la sensación de indignación que se siente cuando escuchamos hablar de racismo y los sentimientos que hay cuando se vive la discriminación.

Por favor, en ningún momento he querído hablar mal de los alemanes. Llevo año y medio viviendo acá, en una de las ciudades que supuestamente cuenta con la mayor influencia neo-nazi y sin embargo nunca había recibido ese trato. La gente acá es muy amable y en general no piensan que los latinos seamos menos que ellos. Por el contrario, admiran muchas cosas de nuestra cultura y definitivamente, todos desearían tener nuestro clima.

Así que si lo que usted quería era que yo dijera un montón de cosas en contra de la gente que me a tratado tan bien, pues se jodió, vaya y si lo que busca son razones para decir que, a pesar que matamos indígenas y sindicalistas, que somos unos guerreristas de primera y que cualquier palabra que empiece por FAR es equivalente al diablo, nuestra cultura es mejor, entonces mejor vaya a buscar a otro lado.

Para finalizar, a todos ustedes que piensan que en Colombia no existe ningún tipo de discriminación, solo necesito comentarles que alguna vez alguien estuvo a punto de golpearme por que dije que Uribe no me gustaba como presidente.

Sobre el racismo y la xenofobia

Antes de hacer cualquier comentario sobre esta entrada y pensar que los europeos son lo peor, por favor lea la siguiente entrada.

A y B son una pareja multiracial. Él es caucásico y ella es afroamericana. Alguna vez, mientras viajaban por el sur de los Estados Unidos de América, mientras se encontraban en un restaurante se acercó una mesera quien les dice "Ustedes deberían estar avergonzados."

C es un japones. Cómo muchos, tenía el deseo de conocer America. El sueño se convertiría en una amarga experiencia cuando, mientras visitaba un edificio de oficinas, un conserje, confundiéndolo con un vietnamita, correría tras él llamándolo charlie.

D nació en Bangladesh. Ella es mitad inglesa y por consiguiente el tono de su piel es más claro que el de la vasta mayoría de la gente de su país. En su nativa Bangladesh su color de piel es deseable ya que le garantizará encontrar un marido de una mejor condición social que el de una Bangladeshi con el tradicional color de piel indio. Su pesadilla, sin embargo, empezaría cuando su familia decidió mudarse a Nueva Zelanda. Allí los nativos le dirían cosas como "Vuelve a tu país curry muncha" o "dame curry rápidamente." Las cosas solo empeorarían cuando ella se mudó a Australia, donde el colegio "multicultural" no era más que un caldo de odios entre asiáticos, musulmanes, latinos y blancos.

Historias sobre racismo nos conmueven, nos llenan de indignación y nos hacen preguntarnos acerca de lo mal que está el mundo. Sin embargo, ninguna de estas historias, ni los sentimientos que ellos generan pueden preparanos para el sentimiento que se experiencia cuando se es víctima del racísmo y la xenofóbia. ¿Que se siente entonces? muchas cosas al mismo tiempo, se siente humillación, y frustración. Se siente como si hubieran rasgado el alma en dos. Las lágrimas no pueden contenerse al saber que mis principios, creencias y dogmas están reducidos al escudo de mi pasaporte y a la palabra "latinoamericano." Se siente como si no existiera la posibilidad de un futuro.

No es que sea la primera vez que me sienta juzgado por mi condición de latinoamericano, pero es la primera vez que sucede a manos de alguien cuya opinión importa para mi futuro. No importa que mis jefes no tengan más que una buena opinión por mi trabajo, no importa que las personas que me conocen reconozcan mis cualidades, y que si bien tengo muchos defectos, como todos, estos no hacen que se me considere una mala persona. No importan las buenas opiniones que han dado sobre mi, todas las personas a quien susodicho xenófobo a consultado. Nada de eso importa, por que para este él mi valor se mide en los términos de mi pasaporte y mi procedencia étnica. Es por eso que duele tanto, es por eso que me siento tan vacío. Duele igualmente que mis mejores amigos, aquellos con quien puedo contar incondicionalmente, se encuentren a más de 10.000 km de distancia.

Este, definitivamente, no es el mejor momento de mi vida.