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Deportes

Nunca antes había jugado volleyball playero. De hecho, en esta oportunidad recordé que la última vez que jugué volleyball tendría lugar al rededor del año 1999. Mientras yo y mis compañeros de colegio nos escapábamos de las clases de educación sexual para practicar este deporte.

De igual manera recordaría por que rayos es que no me gustaba mucho el volleyball. Varías heridas en mis dedos se encargarían de recordarme que para alguien que depende de su uso para trabajar y, que no tiene la menor técnica para jugar no debería arriesgarse a golpear el balón. Así mismo la arena no es la mejor compañera para practicar este deporte ya que el cuerpo nunca está en una posición cómoda.

En todo caso, no puedo negar que la pasé muy bien. No tuvo que ser un día soleado ni nada similar para que disfrutara esas dos horas que me ayudarían ciertamente a salir del encierro y el estrés que la cercanía con los exámenes genera.

Los últimos 15 minutos

Pues bién, ahora los niveles de estress se disparan por las nubes. Una presentación la próxima semana y tres exámenes en un par de semanas, suficientes para olvidarme del verano que vendrá (o que ya llegó pero que he desperdiciado en un aula o en mi pequeño cuarto estudiando).

En este momento solo pienso en tener unas merecidas vacaciones, el problema cómo siempre es el dinero. Vamos a ver que sucede, pero aunque sea a Karlsruhe me voy así sea una sola semana.

no más miedo

Una de las preguntas más frecuentes que se hacen cuando se estudia en este país, y más aún, cuando existe una relación sentimental con un nativo, es si se desea residir en este país. Esta constante pregunta, la cual siempre contesto con un "todavía no he decidido nada," me ha hecho pensar sobre los pros y los contras de residir en Alemania o residir en Colombia.

Tras pensar largamente en cual es el mejor lugar para recidir. he llegado a la conclusión que, si he de levantar una familia prefiero hacerlo acá en Alemania. La razón, no quiero que mis hijos crezcan con el mismo miedo que yo crecí. Antes de ser juzgado por apátrida, tómese primero el tiempo de leer aquello que no quiero que mis hijos tengan que vivir. Si después de leer la lista le sigo pareciendo un apátrida, supongo que no hay mucho que yo pueda hacer al respecto:

  • Crecí con miedo a que pensaría mi familia si no mantenía la tradición familiar.
  • Crecí con miedo a cruzar las calles por que los conductores de Bogotá son unos homicidas en potencia.
  • Crecí con miedo a conducir en Bogotá por que los peatones son muy imprudentes.
  • Crecí con miedo a decir que no era católico por que podrían expulsarme del colegio católico.
  • Crecí con miedo a decir que no era ateo por que mis amigos en la ciencia podrían ponerme en ridículo.
  • Crecí con miedo a decir que no apoyaba a Uribe por que sería tratado como guerrillero.
  • Crecí con miedo a reconocer los pocos logros del gobierno por ser tachado como facista y paramilitar.
  • Crecí con miedo a estudiar en la nacional por que sus egresados son considerados tirapiedras y síndicalistas sin remedio.
  • Crecí con miedo de irme a los Andes por que sería tachado de gomelo, alturista y facista.
  • Crecí con miedo de viajar por que las vías del país están llenas de retenes de grupos subversivos.
  • Crecí con miedo a defraudar a los seres queridos si no era un estudiante ejemplar.
  • Crecí con miedo a ser considerado un mariquita por no tener novia a los 18 años (lo cual me lleva a la siguiente)
  • Crecí con miedo de las minorías (Tribus urbanas, LGBT, Indígenas, etc) por que están en contra de los valores cristianos.
  • Crecí con miedo de unirme a alguna minoría por que no quería agreder los principios que me fueron enseñados.
  • Crecí con miedo de hablar por teléfono con un desconocido por que podrían estar fraguando un robo.
  • Crecí con miedo de los indigentes por que podrían robarme o inducirme a las drogas.
  • Crecí con miedo de los ancianos por que son unos pervertidos y depravados.
  • Crecí con miedo de las autoridades por que son unas violadoras de los derechos humanos.
  • Crecí con miedo de formular una posición política fuerte por que sería tachado de extremista y radical.
  • Crecí con miedo de no decirla por que me dejaría llevar por la masa crítica.
  • Crecí con miedo de los árabes por que los norteamericanos nos dijeron que son terroristas.
  • Crecí con miedo a salir de noche por que la ciudad es muy peligrosa.
  • Crecí con miedo a la lluvia por que podría pescar un resfriado.
  • Crecí con miedo a mis amigos por que no hay nadie desinteresado en este mundo y al final solo se tiene a la familia.
  • Crecí con miedo a mi familia, por que si no era lo que ellos esperaban harían un juicio para encargarse de humillar al pecador.
  • Crecí con miedo a Dios por que el no castiga ni con palo ni con rejo pero que castiga castiga.
  • Crecí con miedo al diablo por que el diablo es puerco.
  • Crecí con miedo a enviar una carta por que esta jamás alcanzaría su destino.
  • Crecí con miedo a la televisión por que es un mal ejemplo para la juventud.
  • Crecí con miedo a la música por que está llena de mensajes subliminales.
  • Crecí con miedo a dar mi opinión por que seguramente iba a hacer el ridículo.
  • Crecí con miedo al amor por que siempre te rompen el corazón.
  • Crecí con miedo al alcohol por que terminaría viviendo en las calles.
  • Crecí con miedo de hacer los quehaceres del hogar por que seguramente los iba a hacer mal.
  • Crecí con miedo de no hacerlos por que mis padres se enojarían con un hijo vago.
  • Crecí con miedo a fallar por que sería un perdedor.
  • Crecí con miedo a triunfar por que la gente es envidiosa y buscará la manera hacerme caer.
  • Crecí con miedo a ser un ladrillo más por que quería dejar mi marca en el mundo.
  • Crecí con miedo a ser un idealista por que los ideales no valen.
  • Crecí con miedo a soñar por que soñar no cuesta nada, pero nunca se hacen real.
  • Crecí con miedo a reconocer que mi país tiene problemas por que sería un apátrida.

Tal vez muchos dirán que soy un extremista, para ellos, solo tienen que venir y mirar como soy de precavido cuando intento cruzar una calle caminando y mirar con lo hace una persona que creció con estos miedos.

Ahora solo tengo miedo de que mi descendencia cargue con estos miedos también.



La evolución del lenguaje

Cuando uno se encuentra en un país que no es el suyo, pasan muchas cosas con losn lenguajes que se hablan. Así pues, mi inglés se ha vuelto mucho más fluido y si bien existen cosas complicadas con las que todavía tengo problemas para expresarme (particularmente cuando el español usa subjuntivo en pasado) ahora puedo comunicarme mucho mejor que hace ocho meses.

De igual manera he aprendido a comunicarme, en un nivel básico, en alemán. Mucho menos de lo que me gustaría pero al menos puedo llevar conversaciones que no se limitan a los lugares de la casa y a lo que quiero comer. Sin embargo, me ha causado sorpresa como mi uso del español a cambiado sustancialmente a lo largo de estos meses. A tal punto que mi uso de Colombianismos es casi nulo.

Me daría cuenta de esto la noche de ayer mientras respondía con un "tal vez" y "posiblemente" a preguntas con la que unos meses atrás hubiese respondido "de pronto," reconocido Colombianismo. De igual manera pensaba en las diferentes palabras características Bogotá y/o Colombia que otrora me parecían tan naturales y que ahora me suenan tan extrañas.

Ciertamente con esto no quiero decir, como erroneamente pensarán muchos, que esté negando mis raices o que no guste de mi pasado. La raiz del cambio se asienta en las multiples nacionalidades de hispanoparlantes en el lugar que vivo; Forzando a cada uno de nosotros a buscar un conjunto de palabras comunes a todos nosotros con el fin de evitar dar explicar el significado de cada cosa que se dice. Tras varios meses de seleccionar cuidadosamente las palabras a usar, estas se convirtieron en parte integral de mi vocabulario el cual eliminó cientos de Colombianismos (me quedan algunos, como caneca y que, como en este caso, no deseo perder).

Si bien es cierto que, ahora que lo pienso, este cambio en mi idioma es una consecuencia natural de la situación en la que vivo. Ciertamente no era algo que hubiera podido predecir con anterioridad.