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Liberales y conservadores

Otrora defnirse era mucho más fácil. Ahora tenemos muchos partidos políticos, que, si bien pueden clasificarse en la coalición del gobierno o en la oposición, cada uno tiene muchos matices. Pero antes o se era liberal o se era conservador. Había muchas diferencias entre liberales y conservadores. El mismo Gabriel García Marquez habla de las diferencias entre los seguidores de un partido y otro en su libro cien años de soledad. En particular me gusta la manera en que describe como los conservadores, que se describían como buenos cristianos, bombardeaban la iglesia del pueblo mientras los liberales, ateos ellos, la defendían.

El cuento viene a que, entre las muchas diferencias, una de las más grandes se encontraba en un lugar muy poco común para encontrar diferencias políticas, la cocina. Mientras los conservadores creían que era una obligación divina que las mujeres cocinaran mientras los hombres se dedicaban a salvar el mundo; los hombres liberales no le veían mucho problema a preparar sus alimentos mientras, al igual que los conservadores, se dedicaban a salvar al mundo (aunque de manera diametralmente opuesta a la de los conservadores).

Mi argumento se basa en la experiencia de haber nacido en un cruce de familias. Uno de mis abuelos era extremadamente conservador y el otro liberal. Mis padres, probablemente por no defraudar a mis abuelos decidiendo alguna de las corrientes políticas, decidieron que los fines de semana seríamos liberales y los domingos conservadores, mientras que entre semana apoyaríamos al M-19. Así pues, los sábados iríamos a almorzar con mi abuelo, el liberal, quien no se molestaría en cocinar cada semana suficientes frijoles para alimentar un pequeño regimiento, los cuales, por cierto eran deliciosos. Del mismo modo, el sábado podíamos saltar, correr, jugar y ser ateos. Los domingos, por otro lado, visitaríamos a mi otro abuelo, el conservador, con quien iríamos a misa de 7 en la iglesia de Lourdes, posteriormente iríamos a hacer mercado en el siete de agosto para que luego alguna de mis tías, aunque, si mi memoria no falla, la cocinera sería mi mamá. Y por lo menos una vez cada cierto tiempo, subir a rezar en monserrate. Además la televisión estaría prohibida y en la noche, antes de irnos, rezaríamos el sagrado rosario.

El cuento va a que hoy cociné frijoles y de repente recordé que los sábados eran para comer frijoles y ser liberal.

Here and back again

Existen ocasiones en que nos cansamos de ver nuestra casa todos y cada uno de los días igual. Es entonces cuando decidimos hacer renovaciones. Estas renovaciones pueden ser tan simples como cambiar los muebles de lugar, pero incluyen, sin ser una lista exclusiva, pintar, cambiar los muebles, cambiar la casa.

Creo que el cambio es parte de la naturaleza humana. Nos aburrimos de aquello que se mantiene constante durante un largo periodo de tiempo. Así, nosotros cambiamos y al mismo tiempo cambiamos todo al rededor. Tanto es así que rush uso alguna vez el verso "Nothing is permanent, but change is."

Toda esta introducción se debe a los cambios que recientemente estrené en esta blog. Puedo citar la falta de un cambio como una de las razones que han mantenido esta blog moribundo durante tanto tiempo, aunque no es al única. La muerte de muchos de los blogs que este autor solía leer. La muerte de TOL fue otra gran estocada, ya que dejó a muchos de sus seguidores sin una lista en la cual cientos de autores querían mantener su título de ser el último en actualizar. TOL no solo se llevó la lista sino la comunidad que ni blogs Colombia ni blog galaxia han podido recrear.

Pues bien, con una nueva imagen espero ayudar a revivir este blog. El cambio no solamente va dirigido a los lectores, el cambio es por mi, para disfrutar pasar por este lugar frecuentemente y no olvidar la actualización. Así, si las cosas son como las planeo, habrá más palabras mías por estos lados. Así que,

Hasta pronto

Los Colores del otoño

Salgo de mi del edificio donde vivo para ser recibido por una fuerte corriente de aire frío, la cual hace que los 31 un grados de hace un par de días sean tan solo un vago recuerdo del pasado. Mientras medito en el frío de hoy y el calor de ayer me acerco al puente, el puente desde el cual no puedo evitar, como nunca he podido hacerlo antes, el mirar a la estación de tren.

Esta estación se ha convertido en un espacio mágico, un edificio que me hipnotiza cada vez que me encuentro en algún punto que me permite verle en toda su majestuosidad, y me hace soñar con los miles de destinos que podría alcanzar en cada uno de sus serpenteantes visitantes eléctricos y a vapor. Hoy la estación se viste con el reflejo naranja en sus cientos de ventanas, reflejo provocado por el moribundo sol que se oculta tras mi espalda. Sobre la estación se dibuja una gran luna blanca enmarcada en un cielo azul que por momentos da la ilusión de ser más purpura que azul. Un cielo sin nubes ni estrellas que da la impresión de nos ser más que un cuadro cuyo autor olvidó terminar.

Pronto me doy cuenta que abandono el campo visual de la estación de tren y dirijo mi ateción hacia mi camino, el sur. De repente me encuentro frente a una imagen donde un verde, todavía dominante en la escena, lucha infructuosamente frente al amarillo, naranja y rojo que pronto dominaran el escenario. Mientras medito en aquellas imágenes que ahora colman mi memoria concluyo que, como me advirtieron varias veces con anterioridad, el otoño es la estación de la poesía.

Deportes

Nunca antes había jugado volleyball playero. De hecho, en esta oportunidad recordé que la última vez que jugué volleyball tendría lugar al rededor del año 1999. Mientras yo y mis compañeros de colegio nos escapábamos de las clases de educación sexual para practicar este deporte.

De igual manera recordaría por que rayos es que no me gustaba mucho el volleyball. Varías heridas en mis dedos se encargarían de recordarme que para alguien que depende de su uso para trabajar y, que no tiene la menor técnica para jugar no debería arriesgarse a golpear el balón. Así mismo la arena no es la mejor compañera para practicar este deporte ya que el cuerpo nunca está en una posición cómoda.

En todo caso, no puedo negar que la pasé muy bien. No tuvo que ser un día soleado ni nada similar para que disfrutara esas dos horas que me ayudarían ciertamente a salir del encierro y el estrés que la cercanía con los exámenes genera.

Los últimos 15 minutos

Pues bién, ahora los niveles de estress se disparan por las nubes. Una presentación la próxima semana y tres exámenes en un par de semanas, suficientes para olvidarme del verano que vendrá (o que ya llegó pero que he desperdiciado en un aula o en mi pequeño cuarto estudiando).

En este momento solo pienso en tener unas merecidas vacaciones, el problema cómo siempre es el dinero. Vamos a ver que sucede, pero aunque sea a Karlsruhe me voy así sea una sola semana.

no más miedo

Una de las preguntas más frecuentes que se hacen cuando se estudia en este país, y más aún, cuando existe una relación sentimental con un nativo, es si se desea residir en este país. Esta constante pregunta, la cual siempre contesto con un "todavía no he decidido nada," me ha hecho pensar sobre los pros y los contras de residir en Alemania o residir en Colombia.

Tras pensar largamente en cual es el mejor lugar para recidir. he llegado a la conclusión que, si he de levantar una familia prefiero hacerlo acá en Alemania. La razón, no quiero que mis hijos crezcan con el mismo miedo que yo crecí. Antes de ser juzgado por apátrida, tómese primero el tiempo de leer aquello que no quiero que mis hijos tengan que vivir. Si después de leer la lista le sigo pareciendo un apátrida, supongo que no hay mucho que yo pueda hacer al respecto:

  • Crecí con miedo a que pensaría mi familia si no mantenía la tradición familiar.
  • Crecí con miedo a cruzar las calles por que los conductores de Bogotá son unos homicidas en potencia.
  • Crecí con miedo a conducir en Bogotá por que los peatones son muy imprudentes.
  • Crecí con miedo a decir que no era católico por que podrían expulsarme del colegio católico.
  • Crecí con miedo a decir que no era ateo por que mis amigos en la ciencia podrían ponerme en ridículo.
  • Crecí con miedo a decir que no apoyaba a Uribe por que sería tratado como guerrillero.
  • Crecí con miedo a reconocer los pocos logros del gobierno por ser tachado como facista y paramilitar.
  • Crecí con miedo a estudiar en la nacional por que sus egresados son considerados tirapiedras y síndicalistas sin remedio.
  • Crecí con miedo de irme a los Andes por que sería tachado de gomelo, alturista y facista.
  • Crecí con miedo de viajar por que las vías del país están llenas de retenes de grupos subversivos.
  • Crecí con miedo a defraudar a los seres queridos si no era un estudiante ejemplar.
  • Crecí con miedo a ser considerado un mariquita por no tener novia a los 18 años (lo cual me lleva a la siguiente)
  • Crecí con miedo de las minorías (Tribus urbanas, LGBT, Indígenas, etc) por que están en contra de los valores cristianos.
  • Crecí con miedo de unirme a alguna minoría por que no quería agreder los principios que me fueron enseñados.
  • Crecí con miedo de hablar por teléfono con un desconocido por que podrían estar fraguando un robo.
  • Crecí con miedo de los indigentes por que podrían robarme o inducirme a las drogas.
  • Crecí con miedo de los ancianos por que son unos pervertidos y depravados.
  • Crecí con miedo de las autoridades por que son unas violadoras de los derechos humanos.
  • Crecí con miedo de formular una posición política fuerte por que sería tachado de extremista y radical.
  • Crecí con miedo de no decirla por que me dejaría llevar por la masa crítica.
  • Crecí con miedo de los árabes por que los norteamericanos nos dijeron que son terroristas.
  • Crecí con miedo a salir de noche por que la ciudad es muy peligrosa.
  • Crecí con miedo a la lluvia por que podría pescar un resfriado.
  • Crecí con miedo a mis amigos por que no hay nadie desinteresado en este mundo y al final solo se tiene a la familia.
  • Crecí con miedo a mi familia, por que si no era lo que ellos esperaban harían un juicio para encargarse de humillar al pecador.
  • Crecí con miedo a Dios por que el no castiga ni con palo ni con rejo pero que castiga castiga.
  • Crecí con miedo al diablo por que el diablo es puerco.
  • Crecí con miedo a enviar una carta por que esta jamás alcanzaría su destino.
  • Crecí con miedo a la televisión por que es un mal ejemplo para la juventud.
  • Crecí con miedo a la música por que está llena de mensajes subliminales.
  • Crecí con miedo a dar mi opinión por que seguramente iba a hacer el ridículo.
  • Crecí con miedo al amor por que siempre te rompen el corazón.
  • Crecí con miedo al alcohol por que terminaría viviendo en las calles.
  • Crecí con miedo de hacer los quehaceres del hogar por que seguramente los iba a hacer mal.
  • Crecí con miedo de no hacerlos por que mis padres se enojarían con un hijo vago.
  • Crecí con miedo a fallar por que sería un perdedor.
  • Crecí con miedo a triunfar por que la gente es envidiosa y buscará la manera hacerme caer.
  • Crecí con miedo a ser un ladrillo más por que quería dejar mi marca en el mundo.
  • Crecí con miedo a ser un idealista por que los ideales no valen.
  • Crecí con miedo a soñar por que soñar no cuesta nada, pero nunca se hacen real.
  • Crecí con miedo a reconocer que mi país tiene problemas por que sería un apátrida.

Tal vez muchos dirán que soy un extremista, para ellos, solo tienen que venir y mirar como soy de precavido cuando intento cruzar una calle caminando y mirar con lo hace una persona que creció con estos miedos.

Ahora solo tengo miedo de que mi descendencia cargue con estos miedos también.



La evolución del lenguaje

Cuando uno se encuentra en un país que no es el suyo, pasan muchas cosas con losn lenguajes que se hablan. Así pues, mi inglés se ha vuelto mucho más fluido y si bien existen cosas complicadas con las que todavía tengo problemas para expresarme (particularmente cuando el español usa subjuntivo en pasado) ahora puedo comunicarme mucho mejor que hace ocho meses.

De igual manera he aprendido a comunicarme, en un nivel básico, en alemán. Mucho menos de lo que me gustaría pero al menos puedo llevar conversaciones que no se limitan a los lugares de la casa y a lo que quiero comer. Sin embargo, me ha causado sorpresa como mi uso del español a cambiado sustancialmente a lo largo de estos meses. A tal punto que mi uso de Colombianismos es casi nulo.

Me daría cuenta de esto la noche de ayer mientras respondía con un "tal vez" y "posiblemente" a preguntas con la que unos meses atrás hubiese respondido "de pronto," reconocido Colombianismo. De igual manera pensaba en las diferentes palabras características Bogotá y/o Colombia que otrora me parecían tan naturales y que ahora me suenan tan extrañas.

Ciertamente con esto no quiero decir, como erroneamente pensarán muchos, que esté negando mis raices o que no guste de mi pasado. La raiz del cambio se asienta en las multiples nacionalidades de hispanoparlantes en el lugar que vivo; Forzando a cada uno de nosotros a buscar un conjunto de palabras comunes a todos nosotros con el fin de evitar dar explicar el significado de cada cosa que se dice. Tras varios meses de seleccionar cuidadosamente las palabras a usar, estas se convirtieron en parte integral de mi vocabulario el cual eliminó cientos de Colombianismos (me quedan algunos, como caneca y que, como en este caso, no deseo perder).

Si bien es cierto que, ahora que lo pienso, este cambio en mi idioma es una consecuencia natural de la situación en la que vivo. Ciertamente no era algo que hubiera podido predecir con anterioridad.

A memoir

Todavía recuerdo esa mañana cuando mi profesor de historia y política nos preguntó, a mí y a mis compañeros, si el efecto de los dineros del narcotráfico beneficiaban o no al estado colombiano. Casi unánimemente, mis compañeros de curso y yo asentimos ya que era una cantidad de dinero que aseguraba trabajo para los pobres y un mejor nivel de vida para la clase media. Ingenuamente pensábamos que los problemas del narcotráfico venían completamente de los Estados Unidos porque para ellos representaba una fuga de capital.

Todavía recuerdo como aquel profesor, con una cara llena de frustración tras escuchar nuestras respuestas, se aproximó al tablero y escribió en letras gigantes: QUE TRISTEZA. Unos momentos después me daría una de las lecciones más importantes que he recibido. Me enseño a mirar más allá de lo que podemos ver a simple vista y que casi siempre las cosas son mucho más grandes de lo que nosotros somos capaces de percibir.

Hoy, mientras muchos de mis compañeros olvidaron esta lección; o tal vez solo prefirieron hacer caso omiso de ella; yo la recuerdo con fuerza y agradezco a este profesor porque gracias a esta enseñanza hoy pertenezco a ese minúsculo 17% que se avergüenza del dirigente que tenemos.

Recordando a los muertos

El 13 de Febrero de 1945 a las 10:00 pm las alarmas de Dresden empezaron a sonar. La gente corría a refugiarse en las iglesias y en el palacio del rey mientras Lancaster británicos desplomaban una lluvia de más 500 toneladas de explosivos sobre la ciudad. La primera víctima de este bombardeo sería la estación de tren. Sin embargo mientras los Británicos, ahora apoyados por norteamericanos, tenían suerte destruyendo la ciudad y en un acto diseñado para infundir terror en la población alemana decidieron atacar los lugares donde la gente se refugiaba. Tres días resistió la iglesia de nuestra señora antes de que su techo se desplomara acabando con la vida de todas la personas que se encontraban allí. Tres días después el saldo de víctimas se situaría en un número que los expertos varían entre 45.000 a 250.000 personas.

Sesenta y tres años después yo camino sobre las mismas calles, ahora reconstruidas, que vivieron el terror aquella noche. La ciudad se encuentra llena de policías, más de los que jamás he visto en mi vida. Se encuentran apostados en todas las calles de la ciudad como un recuerdo de los consejos dados por tantos amigos de quedarme esta noche en casa ya que neo nazis de toda Alemania se reunirían esta noche para conmemorar lo que ellos denominan el holocausto aliado.

Sin ningún revés, logro llegar a la iglesia de la cruz. Me siento algo emocionado por que jamás en mi vida había asistido a un servicio luterano, aunque al parecer este en especial reúne a todas las denominaciones religiosas de la ciudad. Es imposible darse cuenta que soy el único extranjero, salvo unos cuantos asiaticos, en todo el recinto. Tras un bonito servicio y un largo discurso en contra del resurgimiento de la ultra derecha europea y un llamado a la defensa de los derechos humanos nos dirigimos con mi guía a las afueras, en dirección hacía el río Elba. Se acercan las 10 pm y de repente la campana de la Hofkirche empieza a sonar y poco a poco se le unen las campanas de todas las iglesias de la ciudad en memoria de las víctimas de aquella noche.

Mientras me deleito con escuchar todas las campanas y ver a las personas caminando con rosas blancas, me pregunto si en 50 años todas las iglesias de la región repicaran recordando a las víctimas de tantas masacres del país.

Por que no marcho

No es tan solo que tenga un examen ese día. Pero participar en un evento apoyado por Mancuso es como participar en un evento contra las AUC organizado por las FARC, por consiguiente, mejor me quedo en mi casa estudiando.