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Sobre los que quieren ser personas de bien

Esta es una entrada que había pensado hace un buen tiempo, pero que no me había sentado a redactar y que va muy acorde a las últimas dos entradas

En septiembre del año 2006 me graduaría yo como ingeniero de sistemas. En este momento, uno todavía es un don nadie que no tiene la más remota idea de como aplicar por un trabajo, así que la tarea de encontrar un puesto decente tomaría algún tiempo. Sin embargo, mi familia se afanaba por que yo empezara a producir y no me convirtiera en un vago. Frente a esta situación la única opción viable sería aceptar un puesto mal pago en la nueva empresa de un compañero de la universidad. Es allí donde uno escribiría el código que no quiere que jamás salga a la luz pública, pero a raíz de los miserables sueldos que se pagaban, los empleadores no podían esperar más. Sin embargo no es este el tema del que quiero hablar en este momento.

La historia comienza un par de meses después que yo entrara a trabajar allí. Debido a razones financieras, se decidió que las instalaciones, de la empresa donde yo laboraba, serían compartidas con la empresa del padre de una de las socias fundadoras (y mi jefe, bien sea dicho de paso). Su papá, quien provenía de una familia de escasos recursos económicos (y no digo de origen humilde, pues ese señor era todo menos humilde), le había apostado al negocio de las tarjetas de teléfono prepago, generándole bastante dinero una vez el negocio de las ventas de minutos a celular reventaron a lo largo y ancho de Colombia.

Tal como pasa con muchas personas en Colombia, quienes, proviniendo de hogares pobres y logran amasar algún tipo de fortuna económica. El señor X (cómo en adelante me referiré a él) había decidido que se encontraba un escalón encima mío en la escala evolutiva y por consiguiente todo aquel que no pudiera mostrar una cadena de 24 kilates a través de la camisa abierta en el pecho debería ser tratado de la misma manera en que Luis IV el Justo trataba a sus lacayos. Pocos días después se decidió que los empleados no teníamos derecho a usar el baño de la oficina, que estaría destinado únicamente a los tres gerentes (mis dos jefes,el novio de la hija de X y X). Nosotros, pobres creaturas del señor deberíamos usar los baños públicos del piso donde nos encontrábamos. Los empleados tampoco podíamos usar el teléfono sin pedir permiso a las cuatro personas antes mencionadas, ni tampoco podríamos almorzar con ellos en las mesas destinadas para ese propósito. No, nosotros teníamos que almorzar escondidos en la cocina.

Poco después X, considerando que su condición era mucho mejor que la de sus vecinos, decidió mudarse más al norte y al oriente (la verdad no tanto, pero sirve para propósitos literarios) a un lugar donde seguramente vivirían más personas de su estirpe, digo, condición social. Es allí donde empiezan sus, y mis, problemas. Debido que el sistema de clases de Bogotá es más estricto que el sistema de castas en la india, este señor nunca encajó en el nuevo lugar donde vivía, a pesar de todos sus esfuersos por ser aceptado en este nuevo círculo social. Sus esfuerzos por ser aceptado lo llevaron a organizar un bazar bailable con lechona incluida para todos los residentes de su conjunto. Todavía recuerdo yo su enojo y frustración el lunes siguiente mientras comentaba que este bazar había sido un gran fracaso.

El principal problema de sus frustraciones era, que usualmente la venganza se dirigía a sus pobres lacayos, acentuando el sistema clasista del país. Por mi parte, después de cuatro meses tuve suficiente de sus tratos y la mala remuneración y conseguí otro trabajo en el cual no me iría mucho mejor; pero como no hay tercero malo, en el tercero si me iría bien. La empresa en la que trabajaba no soportó el sistema de clases por mucho tiempo más y dejaría de compartir instalaciones poco tiempo después de mi partida. Posteriormente X convencería a su hija que su socio no era más que una carga y lograría que la empresa se separara en dos. Finalmente aprendí que si bien, no existe un sistema de discriminación en mi país basado en razas, definitivamente existe uno basado en algo más que el dinero.

3 comments:

  1. el racismo, clasismo, o cualquier tipo de discriminacion, no es un problema de acá ni de allá sino de todo lugar en donde halla más de una persona, porque no importa que tanto se parezcan 2, vana tener diferencias y vana salir a relucir siempre, lo verdaderamente importante es no darle la importancia que no tiene, y si allá algúna vez se sintío rechazado y fue duro, estoy seguro que ver acá a un idiota que se considera demasiado para cagar en el mismo lugar que ud, no fue mucho más facil.

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  2. Y compa, seguro que en Colombia no hay discriminación por raza? Que no sea tan marcada como en otros sítios lo acepto, pero en Colombia hay racismo.

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  3. Está bueno don X. Claro que conozco a tantos así, que se nos va a acabar el abecedario para camuflar la identidad de todos. Alex, este es un país divertido, y después de pasado un tiempo bajo, uno se ríe de ese tipo de personajes. Sólo provocan una mezcla de risa "pecaíto".

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