Infinite scrolling

Conmemoración a los primeros dos años.

Ea mañana había que levantarse temprano, arreglarse y salir. Tan solo la noche anterior había terminado de poner lo que me llevaría de mi vida en una maleta cargada con 20 kilos de ropa, computadores y memorias, ese si era un ligero equipaje para tan largo viaje. En el aeropuerto, tan solo un puñado de mis mejores amigos y mi familia estarían allí. Recuerdo particularmente como Lucía y Juliana unieron esfuerzos para regalarme ese sombrero, al que mi cabeza solo entra cuando tengo poco pelo, cómo los que se usaban en los años cincuenta que yo siempre había querido usar.

Después de unos cuantos chistes y unas cuantas historias el momento de dejar todo atrás por un nuevo comienzo había llegado. Muchos abrazos y lágrimas, promesas para el futuro y en general, todas los rituales típicos de una despedida. Al final, no pude cumplir mi promesa de no mirar atrás justo antes de entrar a emigración, sin embargo, eso causo menos dolor del que me esperaba. En el camino a la puerta de abordaje me compliqué más de la cuenta cuando la policía decidió registrar mi maleta y al final pude llegar a la puerta de abordaje justo antes que la gente empezara a abordar el avión.

Dos horas después estaba aterrizando en el aeropuerto de Caracas, el cual tendría que atravesar de lado a lado para buscar mi conexión. En la sala de espera conocería una Alemana que terminaba de hacer un año de voluntariado en honduras, había pasado un par de meses en Caracas y en ese momento regresaba a Münster. Previo al abordaje sería interceptado por un rudo miembro de la guardia nacional quien, a pesar de ver en mis documentos que simplemente me encontraba de conexión reiteraba sus preguntas sobre mi inexistente estadía en Caracas. Una vez en el avión, las siguientes 16 horas serían amenizadas por una conversación sobre política, con la alemana que acababa de conocer, acompañada de buena cerveza y al final de vino. Al final ella conciliaría el sueño y yo no.

Tras aterrizar en Frankfurt, Svenja (así se llama la alemana) me ayudó a salir del puente internacional y a lidiar con las autoridades inmigratorias alemanas. Después, nuevamente habrían promesas de mantenerse en contacto, de llamarnos, etc. No es necesario aclarar que estas promesas nunca se cumplieron.

Tras despedirme de mi compañera de viaje vino el primer gran contratiempo. La persona que se supone me recogería en el aeropuerto no estaba en ningún lugar ni contestaba el teléfono. Tras varios intentos, y después de preguntarse si ya estaba en Alemania (duh!) me dijo que otra amiga de ella llegaría el mismo día al mismo aeropuerto, así que yo tendría que esperarla un par de horas. Al final, el vuelo de la amiga se retrasaría unas cinco horas debido a un aterrizaje de emergencia en Lisboa y yo tendría que esperar totalmente cansado y insomne un total de 6 horas en el aeropuerto. Cómo dato curioso, tras esperar largo tiempo decidimos irnos sin la persona que venía en el avión retrasado.

Tras recorrer las tres horas que separan a Frankfurt de Karlsruhe, mi recibimiento sería un un plato de kassler con sauerkraut acompañado de una deliciosa cerveza Tanen Zäpfler. Mis anfitriones se habían esforzado en darme un recibimiento muy germano. Los siguientes tres días serían de fiesta y diversión, paseos en bicicleta, helado gratis, más Tanen Zäpfler, pero principalmente de dormir muy poco ya que mi horario estaba totalmente deshecho para entonces.

El cuarto día tendría que empezar a defenderme solo. Debería tomar el tren rumbo a Frankfurt y posteriormente a dresden. Desafortunadamente perdí mi conexión en Frankfurt generando un retraso de una hora que acarrearía muchos problemas a mi llegada a Dresden. Al final, el segundo tren sería mucho más cómodo que el primero. Hizo un día soleado, con esa hermosa luz que el sol produce durante los días de octubre. Una hermosa vista de los paisajes Alemanes estaba garantizada. Además, estaba muy emocionado por mi primer viaje en un tren, pero al final el cansancio probaría ser más fuerte y tuve que dormir más de la mitad del viaje.

A mi arribo a dresden tendría que moverme rápido si quería recibir mi cuarto a tiempo. Tristemente la hora de retraso evitó que pudiera reclamar mi habitación forzándome a pasar un par de noches en un hostal. Armado con una dirección y un mapa que no ayudaba mucho tuve que buscar el dichoso hostal cargando mis maletas por la calle, vistiendo mi chaqueta de invierno en una tarde, si bien no caliente, una que no necesitaba de chaqueta de invierno, por que no pude ponerla en ningún otro lado. Una vez encontré el hostal, me dirigí a poner mi maleta en el cuarto, bajar, escribir un email en el internet más caro que he usado en mi vida para luego tomarme tranquilamente una cerveza y después dormir para olvidar lo horrible que fueron las primeras tres horas en Dresden.

Esto es lo que recuerdo de los primeros cinco días en Alemania. Trate de hacer un recuerdo para conmemorar los dos años que ya llevo acá. Muchas cosas han cambiado desde entonces, pero eso es una historia para otra entrada.

4 comments:

  1. Me encantó Alex. Casi que se vive mientras se lee. Felices dos años. :)

    Abrazos, muchos.

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  2. que buena narrativa, y que excelente memoria!

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  3. Yo recuerdo que nunca fui a tu casa por los CD... No puedo creer que ya hayan pasado dos años. Muchos abrazos. Te quiero <3

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  4. buena entrada, esperaré la proxima para conocer el resto de la historia.

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